jueves, 2 de octubre de 2008

"Érase una vez las Vainica Doble que cantaban desde el fondo de un tarro de mermelada..."

1966. Madrid en tiempos de Franco.
Dos jovenes muchachas inconformes con la calidad musical en la musica pop de su pais deciden juntarse para realizar buenos temas, comienzan en la tele componiendo las canciones para un par de programas de TV y peliculas, el estar en contacto con productores, musicos y arreglistas las forma para lanzarse como dueto profesional. Se hicieron llamar "Vainica Doble".
Algunos titulos de sus canciones son:
"Lágrimas de cocodrilo"
"El afinador de cítaras"
"El rigor de las desdichas"
"Quién le pone el cascabel al gato"
"Elegía al jardín de mi abuela..."

"Caramelo de Limón" fue su primer sencillo y yo diria que su obra maestra, el caracter oscuro de sus piezas se inserta finamente en el rock progresivo y psicodélico.

Por la calidad de las grabaciones y el acento español es complicado escuchar las letras de sus canciones, pero esta es una parte que no nos podemos saltar para entrar al mundo desde donde nos llegan la mùsica de este par. Son bien interesantes justamente por que al hacer rock desde tiempos de la ultracensura lograron crear un sonido que hablaba sutilmente y desde la imaginacion siempre con un matiz abigarrado que contrasta con su imagen; en contraste con mucha de la musica que se produjo en la España de esos años.
Otro grupo de culto. Bizarro eso si, al escuchar sus grabaciones para Opalo no puedo dejar de sentirme en una tarde clara rodeada de manteles bordados, muñecos de porcelana, naftalina, macramé y algunos animales disecados.

Les dejo aqui "La Ballena Azul"

La ballena azul está triste y sola, sola, perezosa y tonta, se mece en las olas No encuentra a su amor, y ha esperado tanto, no quiere comer y en sus barbas se deshace el plancton. La ballena azul se muere de amor la ballena azul no encuentra pareja, piensa con horror como se hace vieja, y no deja de suspirar creyéndose el último ejemplar. Al otro lado del mar, un pequeño ballenato ha perdido a su mamá y llora descosolado. La mataron sin piedad de arponazo bien certero y la arrastra por el mar un moderno ballenero. La van a descuartizar para llevarla al mercado mucho hay que aprovechar de un cetaceo congelado. Veinte mil kilos de aceite para la refinería cuatrocientas veinte barbas para la corsetería. Siguen su rastro de sangre que derrama a borbotones, griterío de gaviotas, silencio de tiburones.

1 comentario:

Pandemia en la bañera... dijo...

ey!!! quiero mis orejas de cochino!!!